Masotta en Enrique Vila-Matas
El doctor Belliverti tenía unos cuarenta años y un aire de hombre moderno, llevaba un arete en la oreja izquierda, fumaba en una pipa pop y adoraba a Lacan, aunque daba la impresión de haberlo leído muy mal, si es que lo había leído. Parecía un tanto pedante y sobre todo esnob. «Pero, bueno, doctor Pasavento, eso ya lo decía Lacan…», me interrumpió varias veces. Utilicé teorías de psicoanálisis que había aprendido en mi juventud en las clases de psicoanálisis que daba el profesor Oscar Masotta en Barcelona y la verdad es que me lucí, quedé de lo más brillante y convincente ante aquel médico-jefe, que, por otra parte, no era precisamente una lumbrera.
Enrique Vila-Matas: El Doctor Pasavento (novela), pags. 96/97. Ed. Anagrama, Barcelona, 2005
|