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Oscar Masotta: la política del psicoanálisis

“El principal responsable de esto soy yo, pero no el único.”
Oscar Masotta, 1972.

Oscar Masotta, un verdadero “héroe modernizador” según Silvia Sigal, fue el principal responsable de la introducción del pensamiento de Jacques Lacan en Argentina. No poseía el título de psicólogo que le atribuye Elizabeth Roudinesco en su Diccionario de psicoanálisis, ni el de médico que le otorga la enciclopedia Encarta de Bill Gates. Había cursado algunos años en la facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires en la década del ’50. Publicó distintos artículos en las revistas del Centro universitario, Centro y de la Universidad, Ruba. También en Clase Obrera, periódico que dirigiera Rodolfo Puiggrós cuando tomara distancia del Partido Comunista apoyando al peronismo. Tuvo su formación filosófica hegeliana con Raurich, y estudió el existencialismo francés de Jean Paul Sartre. Publicó artículos en la revista Contorno; en uno de ellos en 1956, criticó la posición de la revista Sur respecto al peronismo, en respuesta al Nº 237 de la revista. Hizo amistad con Juan José Sebreli y Carlos Correas, Jorge Lafforgue y Emilio de Ipola.
En la década del ’60 luego de haber escrito un artículo sobre psicoanálisis en 1959, tuvo otros intereses ligado a la crítica literaria y al arte. Escribió sobre Roberto Arlt a fines de los ‘50 y en su libro hacía saber que entre sus nuevos intereses, había aparecido el psicoanálisis, el que además de su “locura” lo había distanciado de sus viejos amigos. Fue becario de la UBA poco tiempo, a mitad de la década, y desarrolló actividades en el Instituto Di Tella, entre ellas, la 1er Bienal mundial de historieta. Fue allí que dictaría una introducción al pensamiento de Jacques Lacan en el año 1969. Recibía por entonces una importante cantidad de personas en lo que se conocía como “grupos de estudio” y algunas de ellas participaron de la fundación de una escuela Freudiana en el año 1974.
El Grupo Lacaniano de Buenos Aires había surgido en relación con cursos que Oscar Masotta dictara en 1966 en el Centro de Estudios Superiores de Arte que dependía del rectorado de la Universidad de Buenos Aires. De allí surgió un pequeño grupo destinado a estudiar Freud y Lacan. Ese curso es coincidente con las afirmaciones en la presentación de su libro Roberto Arlt yo mismo, donde hablaba del cambio de sus intereses, entre los que aparecía el psicoanálisis. En el año 1964 había dictado en el Instituto de Pichon Rivière, el 12 de marzo, la primer conferencia sobre Lacan.
En junio de 1971 sale el primer número de la revista Cuadernos Sigmund Freud con el título “Temas de Jacques Lacan”. Allí se publican los trabajos presentados en el segundo congreso lacaniano, donde en la presentación se decía que el nombre de “congreso” lo usaban para identificarse con Freud en los tiempos en que el psicoanálisis no era institucional, lo que ocurre tiempo después de los trabajos de Freud y sus congresos con Fliess. El primer congreso se había realizado en una quinta en Monte Grande, en el Gran Buenos Aires, mientras el segundo tuvo lugar en el Centro de Medicina de Buenos Aires, en la calle Díaz Velez, que había sido ofrecido por el grupo de jóvenes médicos que lo dirigía. Estaba en discusión de qué manera se practicaba la clínica, por ello afirmaba que ningún llamado de lo serio de la clínica podría ocultar la dificultades de la teoría. Y finalizaba diciendo que no podían ser tan tontos como para no tener en cuenta la distancia que separa la teoría de la práctica. Similar había sido la preocupación de Lacan en uno de sus escritos en cuanto a que la noción que se tiene de la transferencia determina el modo en que se comanda la cura.
Por otra parte, a fines del año 1971 (setiembre) dos grupos, Plataforma y Documento habían decidido romper con la única institución oficial existente hasta entonces, la Asociación Psicoanalítica Argentina, APA, y confluir más tarde, en la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental (CTSM) sintagma que cobijaba a trabajadores de diferentes especialidades, médicos, psicólogos, enfermeros, asistentes sociales, etc,. Pero la decisión de ambos grupos de partir de la institución madre, estaba más vinculada con la hegemonía de la presencia del peronismo, con las jerarquías y la posible revolución, que con los cambios que había que introducir en el psicoanálisis, aunque comenzó a circular por allí, más tarde, el nombre de Jacques Lacan. Marie Langer y Emilio Rodrigué fueron miembros destacados de ese movimiento.
El episodio ocupó la página de los medios de comunicación, llegando a interesar a un editorial del diario La Nación, y a distintos ejemplares del diario La Opinión, y habría que agregar la revista Primera Plana y las páginas que le dedicó en marzo de 1972 la revista Los Libros con artículos que mostraban, tanto el carácter ilusorio de la revolución, de Juan Carlos Torre y Miriam Chorne, como los cuestionamientos a quienes propugnaban el bien social desde el psicoanálisis, como el de Germán García.
Entonces, mientras por un lado un conjunto de médicos –psicoanalistas institucionalizados- a partir del Cordobazo habían despertado y descubrían la necesidad de la revolución, por otro, un conjunto de psicoanalistas profanos -en tanto no provenían de la institución oficial- a partir de la enseñanza de Masotta, descubría en la relectura de Freud que hiciera Lacan, la necesidad de fundar una nueva institución para revolucionar el psicoanálisis. Se trataba de un punto de tensión importante, y allí donde Lacan encontraba los fundamentos del psicoanálisis, el malentendido (del lenguaje), Marie Langer en “una guía para leer a Althusser” afirmaba que no quería detenerse en las consideraciones de la lucha entre marxistas y psicoanalistas, por tratarse de una “larga y penosa secuencia de malentendidos”
Si nos preguntamos cuál era la opinión de Oscar Masotta respecto a ese vel que aparecía para algunos como una disyunción exclusiva entre la práctica profesional y la política, veremos que las colaboraciones señaladas en los ’50 mostraban su posición política, aunque sólo fuera teórica según Carlos Correas Si nos guiamos por los testimonios de “viejos amigos”, Masotta había abandonado todo compromiso con la práctica política. No obstante, en un artículo publicado en la revista Cuadernos Sigmund Freud afirmaba que al no hacer declamaciones sobre la política sólo “Se quiere decir en primer lugar que el psicoanálisis no es práctica política, y que en psicoanálisis no se trata de hacer política sino de hacerla posible”. Dicha advertencia se realiza teniendo en cuenta el modo en que se desarrolló la visita del matrimonio Mannoni a Argentina (1972) y las exigencias que se plantearon durante esos días respecto a la necesidad de definir las conexiones entre el psicoanálisis y la política.
Asimismo, mientras G. Baremblitt criticaba a J. Bleger en un artículo por haber elegido la institución psicoanalítica antes que la revolución, Masotta mostraba que las cosas eran un poco más complejas de lo que se pretendía en cuanto al psicoanálisis y la política, ya que había publicado en 1965 en la revista Pasado y presente, y aunque la moda era vincular el materialismo dialéctico con el psicoanálisis, para él eso sólo abría una espera pero no resolución alguna. Por otro lado, presentaba él mismo el libro de G. Baremblitt, miembro de Plataforma, publicando dicha presentación en la revista Cuadernos Sigmund Freud (Nº4). Pero un año antes se había diferenciado de la posición de Bleger, quien pretendía desde su cátedra en la facultad reservar a la APA la formación de psicoanalistas, cuando afirmaba que el cambio de los vientos en la historia era para exhumar los textos freudianos. Se puede observar que si bien Masotta formaba parte del grupo de los modernizadores, como dice Sigal, no plantear la militancia por la revolución social, no lo llevaba a sostener que hubiese que dejar de pensar la política presente en las distintas prácticas, hasta plantear una institución distinta, lo que lleva a pensar junto con Oscar Terán que las diferencias no eran siempre tan nítidas.
En esa Argentina de incertidumbres políticas y destinos inciertos, contrariando la idea de quienes afirmaban que el futuro científico del psicoanálisis estaba asegurado por la “desinstitucionalización” del mismo, un conjunto de psicoanalistas con la conducción de Oscar Masotta, decidía fundar, el 28 de junio de 1974, una escuela de psicoanálisis, la primer escuela bajo la égida lacaniana fuera de los ámbitos de influencia del psicoanalista francés Jacques Lacan, que por entonces era fuerte, pero reducida a la cultura francesa
Merece destacarse, más allá de los destinos de la institución, que haber fundado la misma fue otro rasgo diferencial de Masotta y quienes lo acompañaron, respecto a otros “sofistas” que habían comenzado a circular por la ciudad. Dicho acto fue también una apuesta radical por el psicoanálisis, cuando la vanguardia (política) y la realidad (política), convocaban a otras prácticas. Esa fundación fue un gesto al que no le faltó audacia, ya que implicaba hacer público por parte de un grupo de personas su práctica del psicoanálisis cuando estaba en vigencia la Ley Carrillo de 1954 que impedía la práctica del mismo a quien no fuera médico y también la ley 17132 de 1967.

Marcelo Izaguirre

 

 
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