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Reportaje a Marcelo Izaguirre

Por Asociación Amigos de La Fundación Descartes.

Marcelo Izaguirre , actual director del Centro Descartes y asesor del Círculo de actualización en historia del Centro, preside la Asociación de Amigos de la Fundación Descartes impulsando la construcción del Archivo Oscar Masotta. En 1999 publicó por Atuel / Anáfora una investigación, en la que compila reflexiones y testimonios de más de 50 autores sobre la trayectoria de Oscar Masotta en diversos campos de la cultura, que titula Oscar Masotta. El revés de la trama.

En el año 2000 propició desde el Centro Descartes, el encuentro de psicoanalistas de diferentes orientaciones teóricas con el proyecto de estudiar algunos hechos de la historia del psicoanálisis en la Argentina, que concluyó en el año 2003 con la publicación del libro Fragmentos y construcciones de la historia del psicoanálisis en la Argentina, del que hiciera el prólogo. Y dentro de este programa, que Germán García llamó EVA (Estudios Variedad Analítica), bajo el título general “¿Un psicoanálisis nacional?” desarrolló tres artículos “Despejar el horizonte”, “Teatro Argentino” y “Grotesco criollo” que se publicaron en el Etcétera N° 25, 26 y 27 respectivamente.

Adhirió a la Orientación Lacaniana desde el inicio y se sumó al “proyecto Descartes” desde 1991. Forma parte del consejo de dirección de la revista Descartes y lo hizo en el Murciélago desde su reaparición con el número 5, hasta el número 12.

AAFD : En “Oscar Masotta y el comunismo linguístico” cuenta que una de las razones que lo ha llevado a leer a Masotta y a escribir sobre él fue el encuentro en el año 1979 con una compañera de grupo de estudios que lloraba desconsoladamente a raíz de la muerte de Masotta a quien no había conocido. ¿Cuál era en ese momento su relación con el psicoanálisis? ¿Con quién estudiaba? ¿Cómo es su encuentro con la Orientación Lacaniana?.

MI : estaba entonces en formación, como se dice, (suena a formación del yo, no?) y parte de ella era, según la costumbre, estudiar en la “universidad de catacumbas”, es decir en ese grupo aludido, además del análisis personal. Estudiaba entonces con Germán García, en la calle Larrea, y lo hice hasta que él tuviera que partir a España. A pesar de estar en los inicios y no pertenecer a ninguna institución, recuerdo que la fractura de la Escuela Freudiana tuvo una incidencia indirecta, de cierta importancia, pues ocurría que hacía dos años que estudiaba con Germán, quien como es sabido, formó parte del grupo que adhirió a Masotta, y un tiempo parecido llevaba en análisis con Javier Aramburu, que formó parte del grupo que se “quedó” con el edificio, como se escuchaba entonces. Por supuesto eso no tiene nada de particular, visto desde los tiempos actuales, le sucedía a mucha gente, pero entonces y por la condición de lo que conocemos de la neurosis, parecía algo particular. Existía esa división entre los clínicos y los teóricos que dividía las aguas. Poco tiempo después interrumpí ese análisis, aunque por supuesto, para nada la razón fue esa disputa en la cual, insisto, no participé. La decisión, creo que tuvo que ver con que al profesor lo había elegido yo, en tanto el nombre del analista había sido sugerencia de un pariente.

Un análisis posterior, y el estudio de otros acontecimientos me permitieron entender las razones políticas que estaban en juego en aquella divisón del campo.Uno de esos episodios sería la segunda división que sufre la Escuela de Buenos Aires, en 1985, los supuestos clínicos se dividían nuevamente, pero ahora no podían acusarse entre sí mutuamente de teóricos. Quedó claro que la disputa era en relación a una persona, lo que marca la importancia de la transferencia en las cuestiones institucionales. La división era por la aceptación o no, de la figura de Jacques –Alain Miller como antes, en 1979, había sido por Oscar Masotta. Varios de los que partieron de esa Escuela, terminaron en la EOL.

Luego, si bien hacía un tiempo que circulaba por ese lugar difuso de la dispersión lacaniana, concurriendo a alguna institución, desprendimiento de la Escuela Argentina, retomado el análisis y otras actividades que formaban parte de la nebulosa lacaniana, entre las cuales se cuentan algunos pasajes esporádicos por la BIP; debo señalar como hecho significativo para la orientación lacaniana, el reencuentro con mi antiguo profesor de aquella universidad de catacumbas, pero ahora para otro proyecto, que excluía el grupo de estudio (ya me había deformado lo suficiente) e incluía entre otras cosas, la apuesta por un análisis y la participación en un proyecto –que no había abandonado desde mis estudios con él- de cruce de discursos, del psicoanálisis y la cultura. Una apuesta – dijo un amigo entonces- a la inteligencia y al humor.

AAFD: Apelando a su experiencia como docente de la Universidad de Buenos Aires en la Facultad de Psicología y a raíz de lo que escribió en 1998 en el número 9 de la revista el Murciélago sobre “El psicoanálisis, la burocracia y el ojo del amo” (como réplica a un artículo publicado en el número anterior bajo el título “Psicoanálisis y universidad”), donde señala “que no ha sido sencilla la relación de los psicoanalistas con la universidad” y usa de epígrafe una pregunta de Lacan “¿En qué va a convertirse el inconsciente ahí dentro?”. ¿Cómo piensa esta relación hoy ? En estos tiempos en que hasta psicoanalistas de la talla de L. Wender declara resignado el triunfo de la burocracia médica y universitaria cuando entre signos de admiración dice: “¡Pensar que ahora estamos tras la legalización del psicoanálisis como una especialidad aceptada por el Estado y el logro de la acreditación universitaria de nuestra formación, así como la pugna por dictar en el seno de nuestras instituciones psicoanalíticas maestrías y doctorados inclusive a egresados de otras carreras!”. O las diversas posiciones sobre esta cuestión que podemos leer en el último número (84) de Imago Agenda.

MI : La Universidad y su relación con el psicoanálisis es un tema sobre el que efectivamente he escrito y, en verdad, estoy estudiando y tratando de escribir.Pero bueno, hay demasiadas preguntas en una. En principio, la relación de los psicoanalistas no es distinta que la de cualquier intelectual, que no padezca el defecto de juicio como Bouvard y Pécuchet. Alguien, con cierta ironía, ha afirmado que había entendido la expresión que el saber no ocupa lugar al pasar por la universidad, pues si hay algo que allí no ocupa ningún lugar es, justamente, el saber. George Steiner ha hecho saber el modo que la universidad dejó pasar en silencio una de sus obras, pero armó toda una bibliografía secundaria a partir de ella. Y Jean Clavreul destaca, refiriéndose a Kepler, que la universidad atrapa los resultados de quienes trabajan, dejando de lado los sueños, y recuerda que el astrónomo no dejaba de señalar a la misma como guardiana de la ignorancia. En ella se ve claro el tema que mencionaba antes , del papel de la política, tenemos amigos que se han presentado al denominado concurso y han sido reprobados, uno al estilo monsieur Jourdain, pues en la prosa hacía un mal uso de la coma, otro porque no cumplía con el requisito burocrático de publicar donde ellos exigen. En ninguno de los casos hubo una cuestión sobre el saber.

J. Derrida, actualizando y modificando las tesis de Kant, ha señalado que la universidad no es más el lugar del archivo y por tanto no se puede arrogar ser el centro privilegiado del saber. Le adjudica una mera función reproductiva, desplazándose la producción del mismo hacia las Academias.

En cuanto al tema de la habilitación, que es a lo que se alude cuando se habla de reglamentar la práctica, se trata de la precipitación de quienes siempre quieren estar acompañando al Estado que, siguiendo a Derrida, pareciera aceptar que hay otros sitios del saber, y se quieren juntar para determinar a quién se le permite hacer qué cosas y de qué manera. Ya hemos podido leer de algunos psicólogos que han hecho juicio a una psicopedagoga por ejercicio de la psicoterapia. ¿No suena demasiado absurdo?. El psicoanálisis tiene sus propios mecanismos de habilitación, que pueden presentar su complejidad, pero la generación de reglas a partir del Estado no simplificará nada. Sólo se trata de controlar.

AAFD: Por último, la pregunta de rigor, ¿cuál es su perspectiva actual dentro de el “proyecto Descartes”?

MI : por un lado trabajar acompañando a quienes están en la Asociación de Amigos de la Fundación Descartes, que considero un proyecto muy importante iniciado este año desde la fundación, debido al entusiasmo de Beatriz Gez, y algunos otros que ya están trabajando. Por esas cosas de la contingencia, al tiempo que se estaba fundando la Asociación surge el libro de Ana Longoni sobre el papel de Masotta en la revolución del arte en la Argentina de los ’60, y nos enteramos que también se va a publicar un artículo suyo en una nueva obra en Nueva York, es decir, “sorprende” la actualidad de Masotta. Muestra que estaba bien orientada Beatriz cuando promovía la fundación de la Asociación en relación con los 20 años del “proyecto Descartes”, armando el archivo Oscar Masotta para que el psicoanálisis, con su marca, como decía Graciela Musachi, perdure “hasta mañana”. Y la Asociación me parece el lugar adecuado para promover la variedad de intereses a los que aludía.

Así como Longoni expresa que el silencio de los críticos sobre la producción de Masotta en el arte, tiene que ver con que era un autor de avanzada, y de una complejidad que recién ahora se está comenzando a entender, quizás, como sugería Germán García, habría que intentar el análisis de la obra de Masotta en el campo del psicoanálisis. Para despejar la complejidad y lo avanzado de la misma.

Por otro lado, y ligado de alguna manera a lo anterior , continuar con un trabajo que permita mostrar la entrada del lacanismo en Argentina, para tomar un sintagma prestado.
 
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