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Las cosas que engañan al plus de gozar- (Marzo 2010)

Por Félix Chiaramonte

-La propuesta de este año en el Módulo Trauma y Adicción, es indagar si el montaje de la adicción, bajo los diversos nombres extraídos del campo del Otro ("drogadicción, alcoholismo, ludomanía, y el de todas aquellas prácticas a las que se puede agregar el sufijo manía"), pueden ser explicados desde la pluralización de los Nombres del Padre, en términos de suplencia. Esto es lo que nos hemos planteado con la lectura de parte de Los nombres indistintos de Jean Claude Milner  y del seminario RSI, de Jacques Lacan.
Del texto de  Milner Los nombres indistintos tomamos los tres supuestos: R : ”que hay", S: "que hay la lengua",I: “que hay el semejante”, la serie de encadenamientos lógicos, cada uno borromeicamente tejido al otro, en donde se analizan las consecuencias que se desprenden del capítulo "Las Palabras - Amo" : "Creer, en efecto que la función del Lazo está siempre definida es indudablemente la suposición  mínima que autoriza a los sujetos  a soportarse agrupados, pero al concordar  sobre el valor de la función ,se ha hecho un poco más : se ha conferido al agrupamiento una consistencia decible (…) La creencia  común es que todo en la Palabra Amo  depende de su referente: sólo por que es tal o cual, se dice el nombre que lo designa, tiene los efectos que tiene"  (pretende nominarse definitivamente como "es así," o "es eso" en como un para todos). Ahora bien, ninguna basta por sí misma; se requiere un suplemento, y viene así el asentimiento, compromiso o fe (...) Sin ello ninguna puede valer para todos, en tanto parcial cada una sólo podrá enlazar tan sólo conjuntos delimitados; sectas, digamos".-

También sumamos a esto, algunas apreciaciones de Jean Claude Maleval, quien en un reportaje que le hace Mario Sánchez, precisa lo que Lacan despeja a propósito de Joyce, respecto de la suplencia: y es que posee tres características mayores: se trata de una invención del sujeto, permite atemperar el goce y guarda una marca de lo que ella suple. Por lo tanto, le parece difícil concebir que la droga tenga una función de suplencia, destacando en cambio, al final de ese reportaje, la función compensatoria que podría tener el producto droga. 

-Por otro lado hemos puntualizado los distintos  momentos de la Enseñanza de Jacques Lacan en que Hugo Freda ha encontrado referencias a la intoxicación, la toxicomanía, la droga, la experiencia vivida por alucinógenos. Seis son las citas que Freda menciona en su intervención en el Seminario El Otro que no existe y sus comités de ética de Jacques-Alain Miller y Éric Laurent.
 
 
-Dice William Burroughs en el Almuerzo desnudo, "Declaración: Testimonio de una enfermedad" "La droga es el producto ideal... la mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender [...] el comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente. Paga a sus empleados en droga”.
Con justeza, Burroughs advierte que el adicto a drogas, aprisionado por la que él mismo llama el "álgebra de la necesidad", se ve sometido a una instancia que nunca alcanza: "cuanto más droga consumas, menos droga tienes, y cuanto más tengas, más usas... [Luego menos tendrás]"

Desde la perspectiva del sujeto moderno en relación a los objetos de consumos, signada en el modo de gozar actual por una dependencia esencial del plus-de-gozar, ¿Qué podemos inteligir a partir de la adicción a las drogas sobre lo que Jacques Lacan llama plus-de-gozar, es decir, pérdida del goce? Necesidad / goce / deseo /síntoma / sujeto / son los términos de referencia para empezar a elaborar una respuesta.     

Jacques Lacan define que: “El plus-de-goce es función de la renuncia al goce por efecto del discurso. Esto es lo que da su lugar al objeto a. En razón de que el mercado define como mercancía cualquier objeto del trabajo humano, sea el que fuere, este objeto lleva en sí algo de la plusvalía. El plus-de-goce es, de este modo, lo que permite aislar la función del objeto a.”

Asimismo, señala en su Seminario De un Otro al otro, “que en otro registro, está el campo donde, aparentemente, el goce espera al sujeto. Precisamente allí es siervo, y así como hasta aquí se le podía reprochar al psicoanálisis desconocerlo, a saber, está sometido a lo social, como dicen. No se dan cuenta que se contradicen y de que el materialismo llamado histórico sólo tiene sentido si se percibe que no depende de la estructura social, puesto que Marx mismo sostiene que es de los medios de producción. Los medios de producción fabrican las cosas que engañan al plus de gozar, y que lejos de poder esperar colmar el campo de goce, no están siquiera en condiciones de bastar para lo que, debido al Otro, está perdido”.
Es a partir de allí que podemos plantearnos, en lo que hace a las adicciones, que existen sectores, grupos, individuos que marchan al paso de una comunidad regida por cosas que engañan. Éstas llevarían a alcanzar un supuesto goce absoluto que los independizaría de las angustias cotidianas, pasando a un lenguaje que los haga eludir la falta en el Otro.
Cada comunidad con sus particularidades, pero en sí parte de un conjunto de funámbulos, como los define Alain Ehrenberg, quien dice que los hombres de las sociedades modernas deben vivir como funámbulos sobre un hilo tejido de contradicciones, en equilibrio inestable, sobre el filo de la navaja. En ese sentido, las sustancias que alteran los estados de conciencia y las percepciones mentales son prácticas de multiplicación artificial de la individualidad, ya sea que inicien al conocimiento de otro mundo, aumenten las performances de cada uno, anestesien la angustia, favorezcan el intercambio social desinhibiendo o, a la inversa, desprendan del mundo común permitiendo encerrarse en sí mismo, en su refugio o infierno privado.
En la experiencia en el trabajo en instituciones, de tratamiento ambulatorio o de internación, en particular con población de los sectores socio-económicos más bajos, es notorio el incremento de consumidores de pasta base, lo cual comienza a caracterizar un tipo de consumo de esa sustancia, que tiene un lugar de resto en la fabricación de la cocaína, incorporando otras sustancias de menor valor en el mercado. Pareciera que allí en cada consumidor encontramos al que, como dice Baudelaire, es fumado por su propia pipa.
A mi juicio, y probablemente se ha pensado antes, podría trazar esa homología que hace Lacan entre la plusvalía y el plus de gozar, respecto de un tipo de consumo, que rápidamente puede pasar a ser una adicción, el de la pasta base, y el lugar que eso tiene para su consumidor.

La hipótesis sería que por un lado, la práctica no se centra en la sustancia, sino en el tiempo que existe entre el consumo fugaz de una dosis y otra. El acortamiento de los lapsos, la desesperación de estar en ese vacío, y la insatisfacción que no cesa, o más bien la pérdida de algo que se esfuma permanentemente.

Eric Laurent dice: “La pulsión de muerte es un límite al hedonismo porque exige más: el plus de goce que presenta su cara más brutal con la adicción. La gran ventaja – si podemos decirlo - de la adicción es que el sujeto deja de lado la zona del principio del placer, que se agota muy rápidamente con el aumento de las dosis, para entrar directamente en el más allá del principio del placer. Dejando de lado los preliminares del principio del placer donde se mantiene la vida, el toxicómano pasa más allá.”

Paul Laurent Assoun destaca que Lacan extrapola el plus de gozar de la palabra plusvalía, con la que el autor de El capital desmonta el goce capitalista, para convertirla en el motor de ese plus de goce distintivo de la economía del objeto.
Del libro El perjuicio y el ideal. Hacia una clínica social del trauma, me interesó el tema del perjuicio, por lo que tiene de actual respecto de ciertos agrupamientos que se dan en torno a síntomas sociales. Al tomar esa palabra, Assoun recuerda que Freud lo desarrolla con los de carácter de excepción. Dice que el sujeto del síntoma perjudicado pone sus problemas en el mazo de la seguridad social. Irónicamente, plantea que “a los perjudicados se les pide que amontonen sus faltas de manera que este montón de faltas se una y sostenga como plus de gozar, al grupo-meta: cooperativa de los perjuicios, compañía de seguros traumática”. En el caso de las adicciones a las drogas por ejemplo, se da la agrupación de perjudicados en distintas organizaciones que crean un vínculo por compartir prácticas de goce (Narcóticos anónimos, Alcohólicos anónimos, etc.) o así también en el caso de familiares como Madres en lucha contra el paco.
De allí un nuevo lugar social, un nuevo espacio político, una categoría que anticipa Freud en “los de excepción”.

 
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