Técnica e interpretación en el psicoanálisis de niños en la Argentina
Una pionera: Arminda Aberastury.
Claudia Castillo*
Construir una historia consiste en otorgarle el valor de acontecimiento a datos que sin una pregunta o intención presente no tendrán quizás, ningún valor. Así, la tarea del “historiador es mostrar de manera similar al científico que un determinado acontecimiento no se da por azar”, al mismo tiempo que el narrador selecciona como hechos importantes determinadas fechas o circunstancias que desde otro punto de vista no serían tales. Así desde esta perspectiva podemos decir que el año 1937, señala el comienzo del psicoanálisis de niños en la Argentina.
Es en ese año, cuando Arminda Aberastury se encuentra con una niña, hija de un paciente de su esposo el doctor Enrique Pichón Riviére, en el Hospicio de las Mercedes, donde él ejercía su práctica como psiquiatra.
La niña no había podido aprender ni a leer, ni a escribir y había sido diagnosticada como oligofrénica.
Aberastury intenta enseñarle, sin lograr resultados, pero de todos modos no está conforme con el diagnóstico. Su conclusión es: “Si la niña no aprendía era porque no quería saber sobre la enfermedad de su madre, para no recordar los episodios psicóticos que había presenciado desde muy pequeña...”. Luego de ciertas charlas diarias en donde la situación es esclarecida, la niña empieza a aprender lo que Arminda trataba de enseñarle. Así comienza la atención de niños que parte de un objetivo pedagógico, pero que luego pretende ser otra cosa.
Arminda Aberastury había nacido en Buenos Aires en 1910, siendo primero maestra y estudiando luego Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires. Casada con Enrique Pichón Riviere, uno de los creadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1942. la pedagogía y los niños la conducen a la lectura de Ana Freud, que luego se verá eclipsada por la de Melanie Klein. A su vez la reciente creación de la A.P.A., *la búsqueda de una legitimidad para su práctica, así como la carencia de título médico exigido por la Asociación la llevan a iniciar un análisis didáctico con Ángel Garma. (1)
Garma había regresado de Europa un tiempo antes luego de haber hecho un análisis con Theodor Reik, a su vez analizante de Abraham, analista a su vez de Melanie Klein, autora que por años va a ser la predilecta de los psicoanalistas argentinos.
Volviendo a nuestra protagonista, podemos afirmar que introdujo y difundió la práctica del psicoanálisis de niños en la Argentina, ya que durante varias décadas su enseñanza basada en la doctrina Kleiniana, fue una referencia casi hegemónica para los psicólogos y psicoanalistas que “hacían niños”. Así, el psicoanálisis de niños fue equiparado al nombre de Arminda Aberastury y diferenciado a priori de otras terapias “no analíticas”, teniendo una amplia difusión tanto en la Universidad como en el medio hospitalario.
Por otra parte, ya ha sido evaluado en otro lugar (2), cuales fueron las consecuencias del auge del Psicoanálisis de niños para la historia ó el rumbo que iba a tomar el psicoanálisis en la Argentina, por esos años. ¿Por qué el psicoanálisis de niños hace que en definitiva se sacrifique el psicoanálisis? ¿Por qué lo que no estaba bien para el psicoanálisis, lo esta para el psicoanálisis de niños? (3).
Lo cierto es que la famosa técnica de Aberastury, dejó sus marcas en el psicoanálisis de niños que se practica de este lado del mar, no sólo en la Argentina, sino en Latinoamérica. Ciertas consignas, ciertos presupuestos, eran simplemente adoptados por aquellos que se ocupaban de los niños sin que ni siquiera se interrogaran sobre sus fundamentos.
Son clásicos los pilares de su técnica: la entrevista a padres con la consecuente anamnesis, el motivo de consulta, la historia del niño, el año de vida, las relaciones familiares y la hora de juego diagnóstica.
Estas consignas no sólo fueron adoptadas por sus discípulos: Susana R. de Ferrer, Elizabeth de Garma, Pola de Tomás, Lidia S. de Forti, Eduardo Salas, Sara H. de Jarast, Mauricio Knobel, etc. sino por generaciones venideras que las repetían automáticamente al iniciar su práctica con niños, desconociendo su origen.
Los niños y las mujeres: un intercambio epistolar .
1942, año de creación de la A.P.A., es también decisivo para Arminda Aberastury, es entonces que descubre el clásico Kleiniano El psicoanálisis de niños, que traducirá al castellano años más tarde. Tres años más tarde, en 1945, comienza el intercambio epistolar entre ambas mujeres. Las razones que da Aberastury están ligadas al hecho de ser la primera, y de no tener con quien consultar algunas cuestiones “técnicas”. Dice: “como no había nadie entre nosotros que pudiera asesorarme sobre la aplicación de una técnica que había estudiado en tratados, los resultados que iba vislumbrando podía confrontarlos solamente con lo que veía en mi propio análisis, con lo que había observado en años anteriores y con lo que había visto y veía en el tratamiento y observación de psicóticos con Pichón Riviere”. A su vez, debía subsanar de algún modo el hecho de que al ser pionera ella no hubiera cumplido con lo mismo que exigía a sus alumnos y discípulos cuando comenzó a analizar: análisis didáctico, asistencia a cursos y seminarios del Instituto, concurrencia a grupos de estudio y controles.
Lo cierto es que la correspondencia se mantiene por más de doce ó trece años y sus razones son sólo conjeturas que podemos hacer con lo que tenemos: las cartas que le enviaba Melanie Klein como respuesta, ya que de las que escribía Arminda Aberastury no han quedado copias. Por otra parte, podemos seguir en esto a Colette Soler (4) y decir que las mujeres hablan de sus objetos: “de sus hombres, de sus hijos, de sus madres”. Y es verdad que estas mujeres hablan de sus “niños”, de sus pequeños pacientes...
Por las respuestas intuimos que las preguntas se refieren a dificultades prácticas con las cuales Arminda se encontraba en los tratamientos: pago de honorarios, interferencia de las madres en las sesiones de análisis, conducta del analista con respecto a los juguetes utilizados por los niños, etc. Las respuestas de Melanie son contundentes e implican soluciones “modelo” que se avalan por lo general en su experiencia personal más que en explicaciones teóricas fundamentadas.
En esta correspondencia es preciso situar ciertas fechas que irán dibujando el destino del psicoanálisis de niños en nuestro país.
En 1948, Aberastury termina de traducir El psicoanálisis de niños, Klein no sólo le agradece su trabajo sino que le cede los derechos de traducción sobre el resto de su obra y sobre futuros escritos. Al poco tiempo, Arminda Aberastury le envía un artículo para el International Journal, M. Klein le propone modificaciones y finalmente le comunica la decisión: si bien su trabajo era interesante todavía no estaba a la altura del “standard” requerido por esa publicación. Una hipótesis posible es que en dicho artículo Aberastury citaba aún a Ana Freud desconociendo la pelea de ésta con M. Klein.
En 1951, Arminda y Melanie se conocen en Paris, en ocasión del Congreso de Psicoanalistas de lengua francesa, Arminda viaja con su esposo y allí conocen a Jacques Lacan y a Francoise Doltó. De este encuentro podemos aventurar ciertas paradojas: M. Klein y Arminda se ven muy poco, disculpándose la inglesa varios años con su colega argentina, por no haber tenido más tiempo.
Pichón Riviere es quien le da a leer Lacan años después a Masotta, Arminda no es afectada por esto.
Francoise Doltó, a quien sólo conocen circunstancialmente, es años después, la lectura obligada de los psicoanalistas de niños argentinos.
En 1955, tras revisar trabajos que A. Aberastury le envía, M. Klein la reconoce como analista kleiniana pero recordándole su lugar de discípula le advierte que no trate de ser original (por ese entonces, Aberastury comenzaba a escribir sobre lo que luego fue para ella su descubrimiento: la fase genital previa.
1957. primer simposio de Psicoanálisis de niños organizado por la A.P.A.. Aberastury es la principal protagonista, ya ha hecho escuela.
1958. se interrumpe la correspondencia con Melanie Klein, quien lamenta que Arminda no pueda trasladarse un tiempo a Londres para analizarse, al tiempo que decide que le será imposible viajar a Latinoamérica.
La promoción de la técnica y el abandono de la palabra .
“Existe la tentación que se presenta al analista de abandonar el fundamento de la palabra, y esto precisamente en terrenos donde su uso, por confinar lo inefable, requeriría más que nunca su examen: a saber la pedagogía materna, la ayuda samaritana y la maestría dialéctica”.
Función y J. Lacan.
Función y campo de la palabra. 1953
Teoría y técnica del psicoanálisis del 1972, es el título de la obra “princeps” de Arminda Aberastury, en donde la palabra técnica no sólo protagoniza el nacimiento y desarrollo del psicoanálisis infantil sino que también define al psicoanálisis: una técnica basada en lo que ella considera tres pilares tecnicos asociación libre, transferencia e interpretación.
Aberastury comienza, como todos los que se ocupan de los niños en psicoanálisis, con el análisis que hace Freud del caso de Juanito.
Observa, como es sabido, que este caso le sirve a Freud para confirmar sus conclusiones sobre la existencia de la sexualidad infantil. Señala las carencias del análisis de Freud para servir de modelo a los futuros analistas de niños, viendo como obstáculo la mediación del padre del niño en el tratamiento del mismo. Sin embargo concluye que Freud intuye dos cosas en el caso:
- Que lo que hace eficaz la interpretación de la transferencia es la unión de la figura del terapeuta al objeto originario.
- Que la terapia y la investigación son inseparables en psicoanálisis.
Además es llamativo que lo que ella considera fundamental del caso sea la investigación de los mecanismos que impulsan al niño a jugar.
Aberastury va a destacar los lugares donde Freud habla del juego, subrayando el juego del Fort-Da, como aquel en donde el niño no sólo repite lo que le da placer sino también las situaciones dolorosas, elaborando lo que había sido excesivo para su yo.
Otra curiosidad teórica de Aberastury, presente en otros psicoanalistas argentinos de su época es que ella hace convivir a Freud con los postfreudianos, como si no hubiera contradicción entre ellos. Por ej. así como reconoce que Freud al descubrir el instinto de muerte, descubre que hay desde la primera infancia una búsqueda del placer, pero también una tendencia al dolor, y esto lo obliga a modificar la creencia de cierta felicidad de la infancia; acto seguido menciona el trauma del nacimiento descripto por Otto Rank, diciendo que su teoría servirá de base a los psicoanalistas que quieran investigar la vida intrauterina y que puedan hacer algo en favor de la profilaxis de las neurosis infantiles. (sic)
Lo fundamental del análisis de niños, para cuya investigación cita a Sophie Morgenstern, Herminie Hug- Helmuth, Ana Freud y Melanie Klein, es reemplazar con el juego o el dibujo la carencia de asociaciones que hallaríamos en el análisis de los adultos. Para ella el juego o el dibujo quieren decir algo, algo que el terapeuta puede descifrar a tal punto de no tener en cuenta las asociaciones verbales del niño, dice: “Si observamos bien la situación total podemos comprender el dibujo sin interrogarlo”. Da así el ejemplo de una niña asmática llamada Paula, que según Aberastury representaba su ahogo dibujando niños sin cuello y con los brazos en la garganta. A su vez la dificultad respiratoria era expresada mediante casas con ventanas muy pequeñas.
Si bien toma de Ana Freud el modo de analizar los sueños, los sueños diurnos y los dibujos, difiere de esta ya que para Ana Freud es importante la colaboración del pequeño paciente para la interpretación de los sueños, invitándolos a que encuentren la razón por la que creen que han soñado, esto da pié al relato de los niños referidos a circunstancias que rodean al sueño, vivencias de días anteriores o asociaciones que para Ana Freud tendrían el valor de la asociación libre del adulto. Aberastury prefiere en esto a Melanie Klein, su maestra; ella privilegia al juego, como capacidad de simbolización, “incluso anterior al lenguaje” que hace que el niño al jugar pueda vencer realidades dolorosas y miedos instintivos que proyecta al exterior de sus juguetes.
Recordemos, que si para Freud el niño juega con las palabras, hallando una fuente de placer en esto, para M. Klein el niño se angustia con las palabras, razón por la cual debe decir de otra manera o por otros medios. (5).
Dirá entonces Aberastury: “La técnica del juego aplicada al tratamiento y al diagnóstico no excluye la utilización e interpretación de sueños, sueños diurnos y dibujos; pero he observado que si se ofrece al niño la posibilidad de expresarse jugando y se interpretan convenientemente sus juegos, sueña poco o no sueña.”
Es decir, que buscando que el niño se exprese, se favorece el cierre del inconsciente, reduciendo el lenguaje al simbolismo, pensado como instrumento de conocimiento.
Si para Freud el sentido de los síntomas ó de los sueños era develado por los propios pacientes en el curso del análisis, no existiendo un sentido único de estos y el trabajo analítico, el modo a travez del cual se descubren sus múltiples determinaciones; para Aberastury es el terapeuta, como amo de la verdad el que tiene la clave de lo que le ocurre al paciente, sea niño o adulto. Si el paciente dice que sí o confirma la interpretación es que ésta era adecuada, si dijera que no, son resistencias del paciente. Estas resistencias son causadas por su no aceptación de la realidad o por dolor de ciertos descubrimientos referidos a su vida anímica. Es decir, que la interpretación siempre era adecuada. Se trata de aprender a interpretar, ejercitandose en el modo más exacto sobre la formulación de la interpretación. Dice Aberastury: “Aconsejo a todos los que trabajan en análisis y en especial de niños, hacer verdaderos ejercicios de estilo que consisten en revisar una y otra vez el material y formular por escrito la interpretación y reformularla tantas veces como sea necesario hasta encontrar la que consideren ajustada”. Es decir la interpretación está basada en el saber del analista, saber proveniente de la teoría que sustenta y no de lo que pudiera leer o puntuar en el discurso del paciente. Siendo que esta puntuación en sí misma, es la que dará algún sentido al discurso del sujeto.
Lacan dirá: “Afirmamos por nuestra parte que la técnica no puede ser comprendida no por consiguiente correctamente aplicada si se desconocen los conceptos que la fundan. Nuestra tarea será demostrar que esos conceptos no toman su pleno sentido sino orientándose en un campo de lenguaje, sino ordenándose a la función de la palabra”. (6).
Es que el niño de Aberastury, así como el niño de Melanie Klein está en el lenguaje, pero no accede a la palabra, el análisis consiste en una relación de dos: el niño y el adulto, donde del lado del adulto hay palabras, mientras que del lado del niño hay símbolos, que expresan fantasías. Mientras que se hace la observación del infans sólo se puede analizar al niño que habla, que habla a su vez, gracias al análisis. El fin del análisis infantil es que el niño logre expresarse con palabras y esto le posibilitaría un acceso a la realidad.
Hay entonces una diferencia entre representación histórica y palabra hablada, la representación simbólica (juego) conecta con la fantasía y el lenguaje con la realidad. El juego es un medio para evitar la angustia ligada a la palabra y posibilitar la interpretación, cuyo fin es el acceso a la palabra. (7).
Un ejemplo clínico.
Es notable que en todos los libros que tratan el tema del psicoanálisis de niños abundan los ejemplos clínicos. Pareciera que un modo de subsanar la deficiente argumentación teórica fuera la demostración clínica como verdad que se sostiene por sí misma. En la Argentina la división entre clínicos y teóricos ha tenido una tradición tal que existe el supuesto de que aquellos que saben argumentar no son buenos analistas y los “clínicos verdaderos” solo sabrían relatar su práctica sin extraer de ésta ninguna consecuencia.
A. Aberastury no esta al margen de estas consideraciones, razón por la cual sus libros contienen numerosos relatos de casos propios ó de discípulos que controlaban con ella.
De Teoría y técnica del psicoanálisis de niños hemos extraído el caso que contaremos a continuación, a los fines de “mostrar” de que modo ocurre la interpretación, como es concebida, y qué diferencias habría con la interpretación surgida de la lectura de Freud y de Lacan.
Aberastury escribe el caso de Patricia, una niña de seis años que es traída a la consulta a raíz de un marcado retraso en el lenguaje. Sólo decía unas pocas palabras y su nivel de juego estaba por debajo de lo considerado normal para su edad. Después de una entrevista con la madre, Aberastury, decide comenzar el tratamiento de Patricia, a razón de cuatro sesiones semanales.
Ya en la primera entrevista Aberastury realiza su interpretación, la niña que jugaba a sacar punta a un lápiz, tapa luego con plastilina los agujeros del sacapuntas, como repite el juego varias veces la analista le dice: “Cierras el agujero de mamá para impedir que las cosas entren y salgan de ella, y por eso también necesitas vigilarla”. Como única respuesta de la niña recibe una negativa con la cabeza.
Luego cuando elige juguetes, toma objetos muy conocidos: una cama, una silla, etc. Ante un gesto interrogativo de la niña ella le interpreta: “que ella quería saber porqué no podía hablar y las otras niñas sí, y porqué su mamá la había hecho así”.
Aberastury le propina tres o cuatro interpretaciones más a lo largo de la entrevista al final de la cual concluye: “Expresó en esta primera hora sus sufrimientos y sus síntomas a travéz del depósito que simbolizaba el cuerpo de la madre y el suyo propio. Cerrar el agujero significaba, además de la interpretación dada, que ella había cerrado su agujero: la boca- a causa de los sufrimientos experimentados por el embarazo de su madre. Además expreso su creencia de que sus dificultades se debían a que su madre había puesto en ella cosas malas: mina y acerrín- o que se habían vuelto malas por sus fantasías destructivas”.
En subsiguientes sesiones, para este tipo de análisis no hay entrevistas preliminares, se interpretan cuestiones en torno a paquetes que según Aberastury representaban las relaciones sexuales de los padres o el contenido del cuerpo de la madre, que había hecho a sus hermanas mejor que a ella. A medida que el análisis progresa se empiezan a enriquecer las sustancias, transformándose en positivas. Hay también durante el análisis una escena de simbolización de su propio nacimiento esta vez, bajo una forma buena.
El análisis le permite una mejor simbolización aumentando su conexión con el mundo exterior a raíz de modificar su mundo interno. Así el análisis logró que Patricia se adaptara mejor a la realidad, para lo cual se superaron algunas de las dificultades con el lenguaje.
En primer lugar, la interpretación viene del que escucha pero sin que tenga nada que ver con lo que el paciente dice, es decir el juego tiene ya en sí mismo un significado.
2 – La interpretación ó el sentido otorgado por el analista es absoluto e inapelable, convirtiéndose en un metalenguaje de lo que ocurre.
3 – No importa lo que diga sino que lo que hago representa, lo que quiere decir.
4 – El lenguaje ayuda a pasar de la fantasía a la realidad, entendiendo por ésta la realidad mediada o regulada por el fantasma sino la realidad cotidiana a la cual habría que adaptarse.
5 – No es que la palabra de Patricia advenga sino que la palabra de Aberastury explica.
6 – La pulsión, los contenidos del cuerpo de la madre, el amor y el odio etc. deben ser traducidos a clave de palabras, ésta es tarea del analista.
7 – Los juegos o los dibujos son parte del simbolismo pero no son lenguaje, son lo que ellos llaman pre-verbal, olvidando que cuando Freud describe el juego de su nieta con el carretel privilegia las exclamaciones: Fort- Da.
8 – La interpretación es inseparable de la transferencia, entendiendo ésta como repetición, razón por la cual el consultorio será el ámbito donde se reactivaría hasta el cansancio la relación del niño con los padres, en especial con la madre. Todo lo que ocurra será descifrado a partir del Edipo en su versión kleiniana. Es decir no hay interpretación desde el lugar que el analista ocupa en la transferencia, hay denuncia y puesta en palabras de la transferencia.
9 – Finalmente como saber si el niño fue curado de sus síntomas, o si fue reparada cierta distorsión ó déficit respecto al deseo del Otro, ya sea que este Otro sean los padres, la escuela, etc. quizás el analista vendría a encubrir con su praxis el lugar que tiene el niño en la familia: ya sea como representante de la verdad de la pareja, ya sea como fetiche o como objeto “a” en el fantasma de la madre. (8).
Conclusiones
¿Por qué nos interesaría hoy hablar de Arminda Aberastury? En primera instancia porque constituye el pasado de aquellos que analizamos niños en la Argentina, con lo cual forma parte de un saber acumulado que produce efectos en nuestra praxis, lo sepamos o no.
En segundo lugar ocurre que tal como lo enuncia J. Lacan, una praxis no necesita ser esclarecida para operar, razón por la cual nos encontramos con una proliferación en el mundo psi de prácticas o disciplinas que se ocupan de los niños: psicopedagogas, asistentes educacionales, fonoaudiólogas, especialistas de estimulación precoz, etc. Todas estas nuevas profesiones están al tanto del discurso del psicoanálisis, habría que preguntarse de cuál y cómo.
Posiblemente mucho más de éste que transmitió Aberastury que del nuestro, por la gran difusión que tuvo en nuestro país.
Los profesionales del ámbito psi y los psicoanalistas nos ocupamos de los mismos niños, sólo que los pensamos de modo diferente. Esto nos obliga una vez más a reflexionar sobre aquello que hacemos cuando decimos que analizamos un niño, cómo dirigimos la cura, qué deseo está en juego, cuál sería el fin esperable y cuáles los finales posibles en tales análisis. La revisión de nuestros antecedentes no es ajena a estas preguntas.
*Es responsable del Módulo sobre infancia del Centro Descartes.
Colaboraron en la realización de este trabajo:
Daniela Rodríguez de Escobar, María Ofelia Scoccimarro de Estivill y Blanca Musachi.
Buenos Aires, Septiembre 1994.
Notas
1 – G. Musachi: Para una historia del psicoanálisis de niños en la Argentina.En Nombres del psicoanálisis. Anáfora editora. 1991
2 – G. García: La entrada del psicoanálisis en la Argentina . Ediciones Altazor. 1978
* Recuérdese la hipótesis del sociólogo Jorge Balán en su libro Cuéntame tu vida (Planeta 1991), donde él relaciona la exclusión de las mujeres del campo médico, la creación de profesorados y licenciaturas en psicología y pedagogía, con la incorporación de las mujeres a la educación universitaria y al campo profesional y la incorporación de mujeres al psicoanálisis, para ocuparse de los niños. Dice Balán: “La feminización, a su vez, es una clave fundamental para explicar el éxito del psicoanálisis en la Argentina, ya que posibilitó el pasaje de la mujer del diván al sillón, lo que contribuyó a transformar la epidemia de las histerias y neurastenias que llenaban los consultorios médicos, en forma de acceso profesional para las mujeres que pretendian el prestigio de una profesión universitaria en el campo de la salud”.
3 – G. Musachi: articulo citado.
4 – Colette Soler. ¿Qué psicoanálisis? E.O.L. 1994
5 – Gremán García. ¿Existe un psicoanálisis del infans? En Psicoanálisis: una política del síntoma. Ed. Alcrudo (Zaragoza – 1980)
6 – J. Lacan. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953. Escritos I; décima edición en español 1984)
7 – Germán García. “Existe un psicoanálisis del infans”.
8 – J. Lacan: “Dos notas sobre el niño”. En Intervenciones y Textos II. Manantial. 1991.
Bibliografía
Arminda Aberastury Teoría y técnica del psicoanálisis de niños.
Ed. Paidós Bs. As. 1ra. Edición 1972.
Arminda Aberastury Aportaciones al psicoanálisis de niños.
Ed. Paidós 1973.
A. Aberastury y colaboradores: Adolescencia. Ed. Kargieman 1976.
A.Aberastury: La percepción de la muerte en los niños y otros escritos. Ed. Kargieman 1976.
Silvia Fendrik. Desventuras del psicoanálisis.
Donald Winnicott
A. Aberastury
Telma Reca
Ed. Ariel 1993
J. Lacan: Escritos I; Escritos II. Siglo XXI. Editores.
J. Lacan: Seminario XI. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. (1964) Ed. Paidós 1986.
S. Freud: Conferencia Nº17. El sentido de los síntomas (1917)
Amorrortu Editores. Tomo XVI.
Referencias a la interpretación en tomo XXIV.
Amorrortu Editores.
Anibal Leserre: Notas sobre la historia del psicoanálisis. En intereses del psicoanálisis.
Anáfora editora. 1991.