● Novedades
● Programa
● Círculos
● Coloquios
● Amigos de la Fundación Descartes - Archivo
● e-texts
● Biblioteca
● Librería
● Publicaciones
● Invitados
● Trayectoria
● Consejo de Administración
● Enlaces

 
German García
Archivo Virtual

 
Centro
Descartes
● Agenda
● Jornadas
● Curso de Germán García
● Enseñanzas de la Clínica
● Lacan-Freud, idas y vueltas
● Lecturas Críticas
● Cursos Breves
● Conferencias y debates
● La demanda institucional. Ateneo
● Actividades anteriores
● Consejo de Gestión



 
 
 

Últimos en llegar

Graciela Musachi

1. Eterna-ironia-comunidad.

Cuando Hegel produjo esta metonimia para “feminidad” probablemente no imaginó el revuelo que armarían las propias mujeres, las feministas, las de la segunda ola, las académicas, hacia fines del siglo XX.

Para Irigaray, en la metonimia se juega la razón patriarcal que ata a las mujeres a la tierra y a la sangre ya que la frase ocurre al analizar a Antígona.

A Celia Amoros le interesa el contexto histórico en que eso ocurre pues LaFenomenología del Espíritu forma parte, para ella, de la “misoginia romántica” que entiende al principio femenino como paradójico (lo salvaje a domesticar y la deseable plenitud originaria e ideal regulador de la cultura)

Seyla Benhabib, quien tampoco descuida el contexto, se centra en la ironía al informarnos que Hegel romántico fue amigo y vivió con Friedrich Schlegel, el auténtico inventor de la ironía romántica durante el primer romanticismo, cuando Hegel redactaba su Fenomenología (esta amistad terminó mal pues Schlegel se convirtió en una de las figuras del mal absoluto). Benhabib interpreta que la frase es un breve momento histórico de desfallecimiento del espíritu y que la razón disciplinará a las mujeres y eliminará la ironía de la vida pública. Al definir a la ironía románticamente como lo que revela la otredad del otro, Benhabib considera que las mujeres ¡deben restaurar la ironía a la dialéctica de la comunidad!

2. Una seria razón

El momento académico de los feminismos interesados por el significante de la ironía en la organización de la comunidad está muy lejos de los feminismos comprometidos políticamente del siglo XIX y mediados del XX que habían propiciado la palabra de las mujeres conjuntamente con el psicoanálisis. Marie Langer, la única mujer en la fundación de la APA (1942), representó un acercamiento posible entre esos feminismos y el psicoanálisis en el libro (1951) que unía Maternidad ysexo dos años después que apareciera El segundo sexo de Beauvoir a quien tiene de referencia; pero Marie, más allá de un título contundente para la época, no abandona el biologismo del instinto maternal y confiesa una sensación de sacrilegio por sus desacuerdos con Freud por seguir las “nuevas” orientaciones de Klein y Horney. Las conclusiones de su libro son interesantes: “la mujer moderna, al adquirir más libertad sexual y social, ya no sufre tanto de cuadros neuróticos típicos, como la gran histeria; restringida empero en sus funciones maternales padece, en cambio, de trastornos psicosomáticos en sus funciones procreativas.” pues rechaza ser madre y está así “en desacuerdo con su propio sexo y, por lo tanto, con su propia existencia”. Agrega su versión edulcorada de Freud al enseñarnos que “fue el primero en destacar la gran importancia para la hija de una buena identificación con una madre bondadosa y esposa feliz”. La corrección política feminista es un callejón sin salida: la sociedad oprimía a la mujer cuando la reducia a la maternidad pero ahora que se ha liberado se vuelve “antiinstintiva y antimaternal”.

Veinticinco años más tarde todo eso tendría para Marie otro destino pero, en lo que concierne al improbable encuentro del psicoanálisis y los feminismo, las filiales locales de la IPA siguieron con la corrección política de los feminismos de la identidad de género que mostrarían no sólo su desvío teórico sino su consecuente desorientación e impotencia en la experiencia según nos informan desconsolados los que analizan a esas hijas liberadas de América al norte.

La enseñanza de Lacan en la Argentina entra por la puerta de la parodia con Oscar Masotta. Esa entrada reorienta la inserción de las mujeres en el psicoanálisis pues ya no “hacen niños” (como se decía en tiempos de Marie) sino sencillamente psicoanálisis dado que el modo en que Lacan concibe tanto a éste como a la feminidad es crucial.

3. Comunidad irónica

Para Ernst Behler, la ironía romántica es el verdadero corte que inaugura la modernidad dado que no se agota en la conocida figura retórica como cree Amoros, es Benhabib quien capta eso pero su corrección política la enfrenta a Hegel al sacar de su análisis el “eterna” de la metonimia ironía-comunidad para terminar suscribiendo la frase hegeliana.

La ironía romántica tampoco se reduce a decir algo finito sobre lo infinito como innovó Schlegel sino que ese decir es un arte sociable investido de sublime urbanidad pues permite el diálogo, es la sociabilidad como fin en sí misma ya que la comunicación y la comprensión son imposibles entre los hombres (y las mujeres) tanto como es imposible comunicarse o comprenderse a sí mismo (y a sí misma). La ironía tiende a constituír y articular Sinn fur andern, (sentido para los otros).

Con un peso equivalente al de la ironía, se sitúan para Schlegel su concepción de las mujeres, el amor libre y sus afirmaciones de que la civilización griega decayó cuando olvidó la igualdad entre hombres y mujeres, de allí el gran interés que produce en algún feminismo. El mismo Hegel las apoyaba antes de su defección romántica hacia 1815.

La atenta academia americana del norte no podía no trazar el arco entre Schlegel y Lacan. Investigamos ese arco al tiempo que notamos que, refiriéndose a la comunidad analítica, J-A Miller recuerda que Freud consideraba la empresa psicoanalítica como de “exquisita sociabilidad”; Miller inmediatamente hace un llamado a la ironía a la cual considera una categoría ética (al pasar, nombra a August Schlegel quien, en el camino de la historia que comenzaron juntos, ha perdido su nombre propio pasando a ser “el hermano de Schlegel”) .

Por otra parte, el surgimiento griego del ironista anticipa en cierta medida, dice Miller, la posición (femenina) del analista ya que desdobla al Otro y ello permite ser a la vez, radical e irónico, serio e irónico o, en términos de Schlegel, permite flotar entre escepticismo y entusiasmo Ella, al situarse como mujer, desdobla al Otro, se liga a él en el punto en que no existe; así la escribe Lacan: S de A tachado: quizás la eternidad hegeliana sea este hecho de estructura, punto de imposible para el final feliz prometido por la orientación de Marie; ella sabe que la liberación femenina no resuelve las cosas respecto de su “propio” sexo y de su existencia.

Ella es síntoma de otro cuerpo, incluso para una comunidad ambiciosa de identidad: A su vez, y no sin ironizar, Lacan lanzó su “La mujer no existe” (frase que tambien las ofusca) tratando de dar un lugar más ceñido a esa “razón” para que ella se oriente tanto en su deseo como en la satisfacción de ese otro cuerpo.

Es decir, ella y él, el psicoanalista, llegaron juntos al discurso psicoanalítico, último en llegar y por eso, ahora, una mujer no es muda y sabe callar. ¡Qué ironía!

No menor que la del discurso analítico, “eterna” ironía de la comunidad.

Hasta nuevo aviso.


 
Billinghurst 901 (1174) Ciudad de Buenos Aires. Tel.: 4861-6152 / Fax: 48637574 / descartes@descartes.org.ar