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El tejido del sueño1

por Graciela Musachi
Diciembre 2009.

Años después de finalizado su análisis, una mujer viene a verme para poder llegar al fin…de su carrera de filosofía. Vuelve a confrontarse con un significante identificatorio (sirvienta) en ese momento de concluír.
Me relata el siguiente sueño: Se saca una cantidad de pelo que está tejido como un crochet. Le queda una frente calva, pelada y, allí donde estaba el pelo, se ven unos agujeros rojos. “¿Qué hice”” se pregunta. Luego se pone una especie de velo con un adorno demasiado grande.
El sueño muestra los efectos de su propio acto en relación a lo que la hacía mujer al presentarla en su función eminente, tal como la sitúa Freud: ellas tejen para velar su castración. Claro que se puede tejer con una aguja (como lo hacía antes) o con dos (las palabras de la filosofía o S1-S2, como las escribiría Lacan)..”Potencia de disimulación” la llamó con la lengua imaginaria, al referirse a Yocasta. Particular relación con la dimensión del semblante, podrá decir más tarde en la lengua del discurso sin palabras.
1.Sofisterei
Siempre surge un efecto de significado de la relación de un significante a otro. J-A Miller llama a esto “la anticipación mentirosa” del semblante ya que ese significado es como el arco iris que no es disimulación sino autenticidad du semblant. La noción rompe con la tradición de la representación y con las categorías kantianas de fenómeno y noúmeno.
De mujeres y semblantes (aludo aquí al libro que reúne 3 conferencias de Miller, con este título) es el tema del Fausto de Goethe en el que es posible instruírse con la sabiduría goethiana, sabiduría que Freud tanto apreciaba (Goethe invierte este orden: trata primero –fundamentalmente- el semblante y, luego, las mujeres). Si me atrevo a hacer esta afirmación es porque el punto final, que da el sentido a toda la obra, así lo autoriza:
Coro místico
- Todo lo perecedero no es más que figura. Aquí lo Inaccesible se convierte en hecho; aquí se realiza lo Inefable. Lo Eterno femenino nos atrae a lo alto. (pág.261)
Hay que recordar que el joven Goethe comenzó a escribir su poema dejándose llevar por un primer romanticismo que se entregó con furia a la práctica de las palabras, es decir, a la literatura y que se podrían hacer muchas consideraciones acerca de este final por la metonimia que establece en tan pocas líneas (la mística, la feminidad, los semblantes, los ideales, lo inaccesible, la voz femenina, etc.).
Volvamos al comienzo de “La tragedia” cuando Fausto afirma:
“(…) veo que nada podemos saber (…) pero a trueque de eso (su saber-no saber) me ha sido arrebatado toda clase de goces (…) me di a la magia (…) para no hacer más tráfico de huecas palabras”.(página 21)
Y más tarde
- ¡Maldito el engaño de la apariencia que acosa a nuestros sentidos! (pág.44)
Y cuando Mefistófeles lo incita a testificar sin saber una palabra, es decir, a dar falso testimonio:
- Eres siempre un mentiroso, uno que dice sofisterei (sofistiquerías) (…)
Quien desea tener razón, de fijo la tendrá con sólo tener lengua. Vamos, cansado estoy de tanta palabrería. (pag.73)
A su vez, Mefistófeles tiene otra relación con la palabra y cuando Fausto le pregunta cómo se llama, afirma:
- Baladí me parece la pregunta para uno que tanto desdeña la palabra y que, huyendo de toda apariencia, sólo busca el fondo de los seres. (pág.39)
El mismo diablo que aconseja al Estudiante:
En suma, ateneos a las palabras. (…) Con palabras se puede discutir a las mil maravillas, con palabras es posible erigir un sistema; en las palabras se puede creer a ciegas; de una palabra no se puede quitar ni un tilde. (pág. 50)
Para, inmediatamente después de aconsejarle que debe aprender a gobernar a las mujeres, le sugiere que un título es un buen instrumento de gobierno.
Es decir, el diablo sabe de las palabras por viejo pero más sabe por diablo y el romántico Fausto, que las desprecia y busca experiencias, corre el riesgo de perderse por no atenerse a ellas. Y saber de las palabras es saber de las mujeres, como dicen los Brujos:
- (…) Las mujeres van todas delante; porque en tratándose de ir a casa del diablo, la mujer tiene mil pasos de ventaja. (pág.93)
Por lo tanto, en esta primer parte, llamada tambien el Fausto originario, se trata de la función del semblante aunque el lugar de las mujeres sea central en la aventura de Fausto. Sin embargo, vale la pena mencionar el modo de aparición de Margarita: primero, cuando Fausto, delante de un espejo y acercándose y alejándose entreve “la más hermosa imagen de mujer”; luego, Mefistófeles le anuncia que, al beber la pócima mágica, “presto verás a Helena en cada mujer” (tambien el inconciente ve a Helena en cada mujer cuando Freud cita a Goethe en una carta a Jung). Helena de Troya pasa por ser, en la cultura occidental, el más perfecto modelo de belleza femenina al tiempo que la más perversa (“Sin duda habrás oído hablar de Medusa” le dice Mefistófeles al acongojado Fausto para darle una idea de Helena).
En la segunda parte, en un “Vasto salón con piezas contiguas dispuesto y decorado para la mascarada”, Las Jardineras cantan
Lindas somos a la vista (…) pues el natural de las mujeres está muy de cerca emparentado con el arte
Y El Heraldo al Mancebo conductor
(…) ellas te enseñarán el abece (pág.129).
Luego Mefistófeles
- (…) la más hermosa mujer, ricamente ataviada, oculto un ojo tras el soberbio abanico de plumas de pavo real (…) (pág.139).
Y Fausto, que quiere hacer aparecer a Helena, le recrimina a Mefistófeles
- Con mascullar unas pocas palabras, bien lo sé, está hecha la cosa; en un periquete haces que se aparezcan. (pag.141)
Más tarde Mefistófeles
- (…) allí donde se busca a la mujer amada, hasta los monstruos son bien acogidos
(pag.165)
- Mediante femeninos artificios difíciles de conocer, saben ellas separar la apariencia de la realidad y todos jurarían que es la realidad misma. (pag.234)
Las Fórcidas, horribles mujeres que vivían en los confines de la tierra, dicen
-(…) somos casi desconocidas de nosotras mismas y enteramente de todos (179)
Y Helena,
-¿He sido yo todo esto? ¿Lo soy? (…) ahora mismo no se quien soy (pags.197/8).
2. Por lo tanto…
El 7 de marzo de 1962 Lacan es contundente cuando afirma que es necesario desconfiar del sentido común de la palabra semblant ya que está lejos de ser nuestra enemiga cuando se trata de lo real. Agrega que el artificio del cubo no es una ilusión óptica sino el modo en que su realidad se muestra. Y agrega que es igual en relación a una mujer. Una profundización científica de esta relación con la apariencia dará fórmulas como las del coronel Bramble (el héroe de la novela de André Maurois) qiiien afirmaba que una mujer es un aglomerado de albuminoides lo que, es evidente para Lacan y tambien para nosotros, no está muy de acuerdo con el mundo de sentimientos que se ligan a dicho objeto; mundo que inmediatamente nombra así: ídolo, adoración, aprehensión pura de su existencia.
Diez años más tarde, en Aún especifica de qué real se trata y con qué instrumentos lo trata la experiencia: es el goce, que “sólo se interpela, se evoca, se acosa, se elabora a partir de un semblante”.(pág.89).
El semblante, hecho de imaginario y simbólico, tiene por función velar la nada y por ello el primer semblante femenino es el velo; velo de la inconsistencia propia del semblante que ella encarna. Razón por la cual hasta puede resultar verosímil que se diga de ella que es un aglomerado de albuminoides. O Bárbara Cassin puede tambien decir que Helena es la concreción fetichizada del aliento (de lo que se oye-significante y voz), una nada. O Lacan, al provocar con eso de que las mujeres son las mejores y las peores analistas. (Fausto a Mefistófeles; “En tu Nada, espero encontrar el Todo” pág.142).
“Hasta el cansancio” nos dedicaremos a hablar del arco iris (mujer), dice Lacan
Pero está tambien eso que Lacan llama, en la clase mencionada, “la aprehensión pura de su existencia”. (El Espíritu maligno le dice a Margarita:”¡Cuán otra eres tú, Margarita!” pág,89.) Que lo es, justamente, al situarse en relación a ese punto de inconsistencia y, por lo tanto, gozar de otra cosa que como lo hace cada él que “gira en su estrecho círculo como los gatitos al jugar con su cola”, según ironiza Mefistófeles (pag.54).. Un modo de decir que ella goza no-toda fálicamente y que “sabe” que el Otro no existe. Las comillas van al saber porque es en la falla del saber donde ella se ubica en ese acontecimiento
3. ”El psicoanálisis les conviene”
¿Argumento de venta?. Tambien.
Pero hay otros argumentos para que Miller diga eso sin ambages.
En primer lugar, no hay discurso que no fuese del semblante pero el discurso analítico es el menos tonto respecto del semblante lo que lo sitúa como el más afin a la posición femenina. pero con más chances que ella para situarla en lo real de su satisfacción. Entre el arco iris y su existencia, el análisis les permite “enterarse del saber que se les supone” por encarnar el semblante, “les ofrece, al inicio un cierto descanso, un relevo del semblante, un cierto descanso de la captura que, en tanto objeto a, se ejerce sobre ellas en el fantasma del hombre”. Porque, al ocupar el analizante el lugar que resulta del discurso analítico (sujeto tachado en el lugar del Otro) cede el objeto al analista. y trabaja para producir el significante que le concierne a ella más allá de su posición en el fantasma del hombre (el objeto latente en esa suposición de saber que engendra el semblante)..
Tambien les conviene en relación a su “llamado desesperado” a que exista uno que haga existir la castración; este llamado parte de ese punto en que no hay uno y quizás debemos darle este sentido a esa enigmática frase de Lacan en su “Conferencia en Ginebra” respecto de que, para él, fueron las mujeres las que inventaron el lenguaje, “lo manejan, los adoptan, los hacen respetar y hasta los fabrican” según enumera Miller. ¡Y cómo lo hacen! Es su modo de decir, su mostrarse esquiva tanto con su palabra como con su silencia y no sólo con aquello con lo que se adorna. Inventar el lenguaje es hacer existir un significante…y a partir de allí, otro.
En otra versión, esta vez mítica pues Lacan la toma del Antiguo Testamento (la de El sinthome), en la que se da por existente un significante, una mujer fue creada por Dios para “pensar contra”, esto es, para hacer existir los dos que requiere el lenguaje.
El análisis les conviene porque sustituye (en los mejores casos) la desesperación por una localización de su relación al Otro que no existe. (Fausto reflexiona sobre el arco iris: “(…) en ese colorido reflejo tenemos la vida” pág.115).
Lo muestra, al comentar la obra de teatro La señora Klein, Eric Laurent;. se refiere al infierno que, a veces, se produce entre mujeres solas y, especialmente, entre madres e hijas: En la obra, Melanie Klein y sus hijas arden ya que los nombres de madre e hija no funcionan como nombres verdaderos para asignar a cada una un lugar en el que sostenerse. Cada una de ellas “da vueltas en redondo leyendo muy bien la falta de la otra pero sin poder llegar a decir la suya propia” (aquí la acción del llamado se muestra en su faz de Superyo femenino que ignora desde donde llama). El analista es quien permite leer su falta y esta lectura hace existir el uno que permite construír la serie en la que ella puede colocarse al relacionar su falta con la de su madre y más allá, ya que la serie no se construye a partir de una falta sino de un agujero..
4.
“Helena abraza a Fausto. La forma corporal desaparece; vestidura y pelo quedan en los brazos de Fausto”) (pág.218.).

Referencias
Goethe W.: Fausto Losada, Buenos Aires 2004
Miller J-A. De mujeres y semblantes Cuadernos del pasador, Buenos Aires 1993.
Cassin B.; El efecto sofístico. FCE Buenos Aires 2008.
Laurent E.:”De la sociedad de mujeres” en Shula Eldar (Compiladora): Mujeres una por una Gredos. Madrid 2009.
Lacan J.: Seminario “La identificación” (inédito)
Aún Paidos, Buenos Aires 1980
El sinthome Paidos Buenos Aires 2008.
Freud S. y Jung C.: Carta No.139F en Correspondencia Taurus Madrid 1979.
Safransky R.:Romanticismo Tusquets. Barcelona 2009


 
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