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El toxicómano, un personaje de la época

Ruth Dayan

¿Por qué se dice que el toxicómano puede ser una de las figuras de nuestra época? ¿En qué contexto diferente al freudiano podemos incluirlo? ¿Se puede abarcar bajo la misma nominación los diferentes usos de sustancias? Qué planteo indica Jacques Lacan al respecto?

Trataremos de atravesar algunos referentes psico-socio-culturales para situar esta idea del toxicómano como personaje de la época. Para eso me remito al Seminario El Otro que no existe y sus comités de ética, dictado en conjunto por Jacques-Alain Miller y Eric Laurent en el curso anual “La orientación lacaniana”, donde J-A. Miller plantea a la toxicomanía como uno de los síntomas de la modernidad.

Hugo Freda hace notar en este mismo seminario que Lacan nunca habló del toxicómano pero sí de intoxicación, de toxicomanía, de drogas y experiencias con alucinógenos. De ahí -sostiene Freda- se deduce la necesidad de inventar al toxicómano, crearlo, construirlo en el interior de estos términos para luego darle entrada en el psicoanálisis.

Antes de pasar al personaje que es hoy el toxicómano, cabe recordar que en Freud también estuvo en primer lugar la cuestión relativa al estatuto mismo de la droga. Su primera advertencia fue la de no confundir la droga con el tóxico. En ese mismo sentido, basta remitirnos a los trabajos de A. Grossy E. Glover en la década del ´30. Más exactamente, en 1932, E. Glover plantea que cualquier sustancia puede funcionar como una droga y extiende la noción de droga a sustancias tóxicas intrapsíquicas como las que pueden encontrarse en el discurso melancólico ubicando a la droga como “contra–sustancia-externa” que cura por destrucción.1 En 1929, Freud en “El Malestar en la Cultura” anticipaba en la manía una conducta como de alguien embriagado sin que se haya introducido el tóxico embriagador. Sólo que Freud se quedó en este punto del lado de la conducta sin anticipar la idea de sustancia que Glover infirió. En 1935, A Gross plantea la toxicomanía como perteneciente a la psicopatología de la vida cotidiana existiendo entre ésta y la adicción una diversidad de fenómenos de transición. De este modo, extiende el campo de las adicciones más allá de acción química.

Hugo Freda refiere seis consideraciones que indica Lacan acerca de la toxicomanía entre los años 1938 y 1975. Trataré de sintetizar dichas referencias para establecer una cronología del estatuto y uso del término toxicomanía.

En 1938, planteala toxicomanía oral como producto del trauma psíquico -el destete-. La toxicomanía viene a reconstruir la armonía perdida producida por la experiencia de separación .Seis años más tarde, en 1946,2 esta idea de separación sigue vigente. Ubica a la intoxicación orgánica como intento ilusorio de resolución de la discordancia entre el yo y el ser. En 1960,3 plantea la idea del sujetocomo tal, confrontándola con los estados de conocimiento (del yo) que sugieren una anulación de la división del sujeto y del goce.

Al respecto, Freda concluye que, en esta primera época, la intoxicación en todas sus formas es tratada como una respuesta no sintomática que intenta anular la división del sujeto donde se opta por la afánisis en lugar del significante.

En 1966 en “Psicoanálisis y Medicina”, son considerados conjuntamente los términos: droga y toxicomanía; conel mercado de tranquilizantes y alucinógenos se generan nuevas nociones acerca del destino de los mismos. Se organizan los usos de diferente manera y se redimensiona el discurso psicoanalítico, el cual vira en la dirección del goce. Es un momento donde el producto de la ciencia redefine a la droga y su estatuto cambia nuevamente. En el año ’73, en el seminario inédito “Los desengañados se engañan”, la clínica borromea, clínica de los tres registros, destituye el imperio del significante, y da otro lugar al tratamiento de lo real y al estatuto de la toxicomanía, Lacan menciona que el toxicómano queda convertido en una “sustancia ligera”. En las jornadas de clausura de carteles de la Escuela Freudiana de Psicoanálisis, en el año 1975, se plantea la angustia frente a la castración. La droga es considerada como lo que permite romper el matrimonio del cuerpo con el “pequeño pipí”, esto demuestra su éxito, pero el toxicómano no era definido en esta formulación. Esta aproximación no alcanzaba para definirlo ni explicar la elección del sujeto por consumir droga.

Eric Laurent en “Tres observaciones sobre la Toxicomanía” advierte: “nada en la toxicomanía, nos induce a otra cosa que un modo de ruptura con el goce fálico.No se trata de una formación de compromiso, es una formación de ruptura”.Y en este sentido es ruptura con lo particular del fantasma.

Para Freda, el planteo del toxicómano como personaje de la época es una cuestión que tiene que ver con el nombre, una manera dedesignar una práctica -la toxicomanía- a partir de la cual se crea un personaje -el toxicómano- que como un personaje más de la época, quiere probar en su hacer con la droga que el inconsciente no existe. Se trata que el toxicómano no es un sujeto, que está definido por su práctica, que se autonomina en el “yo soy toxicómano” para escapar a la función fálica, borrando la dimensión del género, y que le permite un hacer con el malestar en la cultura. Decir que no es un sujeto es decir que no está dentro de las leyes del significante, sujeto a las leyes del inconsciente y por tanto del deseo. En este sentido, la toxicomanía es planteada en el Seminario El Otro que no existe y sus comités de ética como una nueva forma del síntoma, ya que define al sujeto por una práctica y no por su síntoma.

En este sentido la figura del toxicómano como un personaje de la época es en sí misma una forma de clasificación. En nuestro Módulo de Investigación, hemos seguido la lectura del libro de Ian Hacking que lleva por título una pregunta: “La Construcción Social de qué?4. Así las diferentes clasificaciones: ya sea adicto, toxicómanose diferenciaría de las de usuarioo consumidorsegún la variaciones que se hagan desde afuera. Este modo clasificatorio es expuesto porIan Hackingcomoclases interactivas, modificando en el interior de la clase misma, tanto la conducta como las personas. Decir clase interactiva es decir una forma de interactuar con la clasificación misma; la clase como tal influye sobre lo que se clasifica, operando una modificación de la experiencia de los componentes de la misma, pudiendo ser modificada o reemplazada (desde la institución por ejemplo). El toxicómano toma el nombre de una clasificación social y a su vez es agentede esa clasificación. Por ejemplo, puede dejar de incluirse en esa clase, hacer su propia acción sobre la clasificación denominándose ex -adicto.

Distingue Hacking de la clase interactiva, la clase indiferente donde el objeto clasificado nosemodifica a sí mismo. La sitúa como un modelo social actual de representación. Podemos decir desde Hacking que la clase de los “quarks” (partícula mínima actual) es indiferente, ya que los cambios desde fuera de la clase no interactúan dentro de la misma alterando su comportamiento: el quark sigue siendo el mismo.

Continuando con la idea del toxicómano en su hacer con el malestar en la cultura, Eric Laurent plantea enEl lugar de la Pérdida en la cognición,5 un doble efecto que se produce en la gran ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XX : “por un lado el reino de la mercancía, de la publicidad, del signo, sumerge al sujeto en un mundo artificial creando un espacio social marcado por un efecto de irrealidad, efectogeneralizado por los medios de comunicación y la televisión al que Walter Benjamín llamaba el mundo de la alegoría”.Laurent lo plantea como una metáfora de la vida.

“Por otro lado, el lugar del artefacto es el lugar de la agresión, de la violencia urbana, de la agresión sexual, del terrorismo”. El toxicómano es quien encarna con su modo de consumir ese “artefacto”. Consumo incesante, repetición, pulsión que se traduce en acto, en experiencias de riesgo producto de una búsqueda de satisfacción que no se satisface y que no cesa de marcar un destino.

Coincidentemente con el planteo de Laurent, Félix Duque, en el texto “Occidente y la guerra”6, también trabajado en el Módulo de Investigación sobre “Consumos fatídicos”, relaciona la desaparición del individuo libre con la expansión universal de un modelo de subjetividad supuestamente libre sostenido mediáticamente y que no hace más que conseguir espacios de existencia virtual.

Como consecuencia Duque plantea “la inexistencia de una Singularidad. Lo que retorna es un espectro del individuo postmoderno que necesita –sin embargo- consumir incesantemente- como si fuera una naturaleza mantenida en constante reanimación artificial– para poder lograr una sombra de identidad, para mantener algo de la memoria propia”.

Duque nombra a esta figura como “un nuevo guerrillero”, figura que viene desde el exterior, y se transforma en drogadicto tanto por la distribución mafiosa hacia fuera (mafia como terrorismo organizado) y tomado a su vez por el consumo individual que se apropia de su interior.

Ese drogadicto definido por Duque como nuevo guerrillero, lejos está de aquel personaje de la contracultura de los años ´60 que bajo el lema “sexo, drogas y rock and roll” se unía a un movimiento que prescindía del orden imperante del statu quo.

Nuevamente bajo la lupa las nuevas formas de satisfacción. Nuevas formas del síntoma en la modernidad que nos enfrentan cada vez más con la responsabilidad de nuestra práctica, responsabilidad de ser más y más eficaces contra la pulsión de muerte -al decir de Eric Laurent.7 Nuestro principio a tener en cuenta en la clínica es una orientación en el tratamiento sobre la posibilidad de una pregunta: “¿quién soy?”, pregunta que en el mejor de los casos se establecerá para hacer surgir los restos de goce del inconsciente, y por lo tanto, un efecto de sujeto.

Lejos del enfoque reduccionista de Jean-Jacques Déglon,8 quien considera que sólo es posible para el tratamiento de esta “enfermedad” (así define a esta práctica) la prescripción médica de psicofármacos, la apuesta del psicoanálisis de orientación lacaniana será sustituir los valores de goce de la práctica toxicómana por un valor de sentido. Habrá que considerar el uno por uno de la singularidad para poder establecer una diferencia.

 

Notas bibliográficas:

1 Silvie Le Poulichet: Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo. Amorrortu. Buenos Aires, 1990, pág. 155.

2 Jacques Lacan: “Acerca de la causalidad psíquica” en Escritos 1. Siglo XXI. México, 1984.

3 Jacques Lacan: “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” en Escritos 2. Siglo XXI. México, 1984.

4 Ian Hacking: La construcción social de qué. Paidós. Buenos Aires, 2001.

5 Eric Laurent: Lost in cognition. El lugar de la pérdida en la cognición. Colección Diva Buenos Aires, 2005, pág.128.

6 Félix Duque: “Occidente y la Guerra” en revista Descartes n° 17, El nuevo pensamiento español. Anáfora editora. Buenos Aires, nov. 1999, págs. 37-62.

7 Eric Laurent: Conferencia en Del hacer al decir en la clínica de la toxicomanía y el alcoholismo. II Jornadas del Instituto del Campo Freudiano, 23 de Julio de 1996 (Ficha Biblioteca del Centro Descartes)

8 Jean-Jacques Déglon: “Un caso ejemplar: la toxicomanía” en El libro negro del psicoanálisis. Vivir, pensar y estar mejor sin Freud. Bajo la dirección de Catherine Meyer. Con Mikel Borch-Jacobsen / Jean Cottraux / Didier Pleux / Jacques Van Rillaer. Editions Les arénes. París, 2005, cap. 5, págs. 616-637. (Trad.: en Biblioteca del Centro Descartes).

 

 

 
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