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JUAN CARLOS STAGNARO
EN EL CENTRO DESCARTES

La psiquiatría actual y su práctica

ELENA LEVY YEYATI / CENTRO DESCARTES

El viernes 27 de agosto de 2004, en una reunión abierta a un público numeroso, interesado y diverso, tuvo lugar en el Centro Descartes una conversación con el Dr. Juan Carlos Stagnaro. La misma contó también con la participación de Germán García y la coordinación de Elena Levy Yeyati. La organización del evento estuvo a cargo del Círculo de Actualización en Psiquiatría y fue auspiciado por Atención Analítica.
Puntualizaremos aquí algunos de los temas que se trataron.

La psiquiatría dinámica como entrecruzamiento de discursos

El Dr. Stagnaro inició la reunión exponiendo una breve reseña histórica sobre los orígenes de la psiquiatría dinámica en distintos lugares del mundo. Señaló lo que en su nacimiento aquella tuvo de cruzamiento discursivo entre una psiquiatría que se tomaba como descriptiva de ciertos fenómenos y el psicoanálisis que se proponía explicarlos. H.Ey, Lacan, Ajuriaguerra en Francia; Alexander en EEUU; Goldenberg, Rascovsky, Rosarios en Argentina fueron algunos de sus artífices. La influencia paradigmática de este modo de representarse los problemas clínicos fue tal que, alrededor de los años ’50-’60, hasta los psicofármacos se clasificaban por su uso en la clínica según las estructuras psicopatológicas (neurosis, psicosis, depresión, etc), y tenían como rol posibilitar el tratamiento principal: la psicoterapia. A aquella forma de entender y practicar una psiquiatría dinámica Stagnaro opuso la tendencia actual a la “biomedicalización” de la psiquiatría.

Entre la psicología y la neurología

Para entender la psiquiatría de cada época es necesario ver en un período dado cuál es la teoría neurológica y cual la teoría psicológica. Hoy hay teorías neurobiológicas que piensan el conjunto cerebral como una suerte de conglomerado membranoso recubierto de receptores proteicos sensibles a intermediarios inmediatos y mediatos. Se piensa que habría como un funcionamiento sistémico cerebral que seguramente obedece a ciertas leyes, aunque por ahora escapen a una posibilidad de sistematización. Así, la conducta y las emociones serían la resultante de una suma algebraica de estímulos infinitos, inhibidores y excitadores, que determinaría una vía final común que sería la síntesis del comportamiento en cada momento. El barrido de todos los aspectos no biológicos hizo que la psiquiatría actual se biomedicalizara, lo que hace necesario ubicar los problemas en la generalidad de la biología y no en la singularidad del paciente, concluyó Stagnaro.

Sociología de la ciencia y del conocimiento

Tanto factores extrínsecos como intrínsecos juegan múltiplemente en la configuración que adquiere una disciplina en cada momento. Por esta razón a determinadas ideas que están en el campo de la psiquiatría hay que articularle los factores económicos en juego: el tipo de medicina que se ofrece, la industria farmacéutica, la ingerencia del estado o no en las prestaciones de salud, y otros factores culturales como los procesos de globalización, la hegemonía norteamericana sobre el conjunto de Occidente, etc. Por ejemplo la American Psychiatric Press es una editorial que pertenece a la American Psychiatric Association que funciona con un presupuesto de U$ 80 millones anuales en producción de libros.

Las neurociencias y la hegemonía de la diversidad

Germán García , al recordar cuál es la idea que está en el origen de la noción de “conversación”, decía que cuando no hay una hegemonía se producen varios polos entre los cuales se dan interlocuciones. En la actualidad esto ya se ha vuelto internacional. La ventaja norteamericana es que ya, desde Peirce, habían introducido usualmente esta manera de funcionar. No tenían el pensamiento europeo donde algo hegemoniza. Peirce decía que es de la interconexión entre la comunidad científica de donde surgen los inventos. No surgen de un iluminado, de Descartes, de Lacan, de Freud, etc. En un momento donde no hay hegemonías los norteamericanos logran la hegemonía de esa diversidad. Las neurociencias son un pool: una conversación organizada entre post chomskianos, inteligencia artificial, neurólogos, post darwinianos, etc. Ellos han logrado montar esta conversación que tiene una potencia extraordinaria, difícil de rebatir. Y si bien también hubo en Lacan un momento hegemónico que consistió en oponerse a la disgregación de la psiquiatría provocada por la antipsiquiatría- hasta “La cuestión preliminar” hablaba, como los clásicos, en términos de estructura, de discontinuidad (estructura neurótica, psicótica, etc)-, luego tuvo que ir abandonando eso. Las conversaciones psiquiatría- psiconálisis vienen a quedar descolocadas por esta hegemonía paradójica del pensamiento anglosajón. Por otra parte, la influencia de la neurología y de la psicología que señalaba Stagnaro como los polos entre los que se va tensando la psiquiatría en cada momento se puede resumir como el problema filosófico de la relación mente- cerebro.
El problema es ¿cómo se organiza una conversación? Ya que nosotros pensamos que la salida no es la neurociencia tal como está planteada por los norteamericanos pero que ignorar eso podría ser suicida para el psicoanálisis, para la psiquiatría, para todos.
Stagnaro convalida esta idea de García diciendo que la tendencia que se observa es que el psicoanálisis podría quedar como un discurso en relación a la cultura, mientras que la psiquiatría quedaría reabsorbida en la neurología. Así, los dos quedarían afuera.

Cuantificación, evaluación y objetividad en psicoanálisis

Germán García cuenta que en Comandatuba Miller planteaba ¿qué hacen los psicoanalistas hoy en día ante esta desorientación? Se vuelven tradicionales: analistas de “derecha”, del Lacan de la función del padre, de la ley, la regulación, la familia, etc. O se vuelven artistas: son los psiconalistas a los que les gusta el arte, se dedican a la proliferación imaginaria. O suponen que van a apoyarse en lo real de la ciencia a través de hacer de la neurociencia la base firme del psicoanálisis. Entonces hay que buscar una salida para lo real del psicoanálisis que no es nada de eso.
En este punto la conversación se torna debate. Stagnaro se pregunta ¿por qué va Damasio al último congreso de la IPA? Retomando los ya famosos artículos de Kandel dice que la principal crítica que le hacen a los psicoanalistas es que no pueden objetivar el resultado de lo que hacen. Que no pueden tener grupos homogéneos para la investigación, es decir que carecen de una investigación que se pueda transmitir o repetir . Que les falta saber cómo informarse científicamente de lo que hacen.
García apela a un epistemólogo moderno como Hacking para decir que mal se podría lograr eso del psicoanálisis cuando eso mismo no existe. Lo que Hacking pone en cuestión es que existan tales criterios objetivos en ningún campo. En la historia, desde que el mundo cultural existe, hay especulación, hay cálculo y hay experimentos. La idea de que la ciencia responde a uno de esos campos, por ejemplo al experimento, excluyendo a la especulación, es errónea. Lo que llamamos ciencia es más

bien el cruce de esas tres cosas, y no, eliminar una por otra como querrían los positivistas. Pero todavía hay que argumentar eso. Con estas tres cosas, como diría Hacking, tendríamos una representación. Yo me represento que las cosas son así. Y según me represento intervengo.
Stagnaro al explicar que las investigaciones actuales consisten en medir partes del cerebro antes y después de ciertos tratamientos (ya sean farmacéuticos o psicoterapéuticos) se pregunta por qué eso cuestionaría al psicoanálisis. Recuerda que Kandel propone que el programa de investigaciones sobre memorias sea dictado por el psicoanálisis, del yo, por supuesto. Se discutió que la validación de una disciplina por otra es algo que puede ser sospechado de reduccionismo, así como de cierta incomprensión.

Poder, política, ciencia

Stagnaro recordó que ese modelo del reduccionismo, neurobiológico o biomédico, es funcional a un proyecto de poder, norteamericano, capitalista, del mundo uno, etc. Pero en la actualidad nuestro discurso, el de la psiquiatría dinámica o el del psicoanálisis, no es funcional a ningún proyecto político ideológico como lo era en los años ’60. Debemos recordar el freudo-marxismo, las políticas de liberación y del rol del psicoanálisis como factor de liberación del sujeto. En parte el éxito de ese discurso se debía a que le era funcional a un proyecto político que no tenía que ver con la locura, la salud, la enfermedad. Estamos jugando el partido solamente en el terreno de la discursiva científica. Esto no quiere decir que la responsabilidad no sea justamente mayor pero...es una pelea de retaguardia.

Reseña publicada en el periódico Etcétera Nro. 54. Bs. As. Septiembre de 2004.

 
El Murciélago Magazine Freudiano Abril/Mayo 2005