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LA RUEDA DEL AZAR JUAN BECERRA
Braun, un argentino que no encuentra el momento para consumar su deseo de convertirse en escritor después de un prolongado exilio en España- o lo encuentra a su manera: ese momento es el futuro-, es sometido a un extraño interés por su joven amante, Natalia, quien descubre en su guardarropa un libro sobre el arte de la elegancia. Ella quiere “cambiarlo”, actualizarlo, volverlo contemporáneo del espacio del regreso. Pero Braun es un personaje que adelanta o atrasa en relación a su presente, y apenas siente que ha vuelto (volver es saber que todo regreso es un regreso órfico: es despedirse) comienza a desear el movimiento que lo aleje nuevamente. La fortuna, de Germán García, es una novela sobre la rueda del azar, sobre las situaciones que “se presentan” como tierra de cultivo de una decisión (me voy, me quedo; lo hago, no lo hago), pero también sobre la suerte personal como efecto de esa masa de acontecimientos externos que llaman determinismo: la casualidad histórica. En el reparto de la fortuna política, a Braun le tocó el peronismo de los años setenta (le tocó la Argentina), la época nacional de “la pasión por el sentido” que degeneró en un delirio hermenéutico. En ese marco de hostilidad, una amenaza lo pone en movimiento y termina en Barcelona, sentado a las mesas del bar Bocaccio, tratando de entender las cosas que han pasado. La inteligencia imponente de García – el saber erudito que se filtra en el libro como una inundación – encuentra en La fortunasu libro más narrativo, paradójicamente sostenido como una aventura verbal. La conversación es el vehículo de todo lo que ocurre. Como en un teatro sin paisaje, sin escenografía, incluso sin tiempo, el lenguaje conversado, único lugar del relato donde “pasa algo” es, al mismo tiempo, un universo ascético y un lujo. La fortuna está organizada con la lógica de un sueño que ha adaptado la estética del acontecimiento diurno, una estética realista que encuentra su extrañeza en un discurrir anticronológico en el que el tiempo “salta” y se convierte en una máquina disfuncional que opera por omisión o sorpresa. La fortuna es la sexta novela de Germán García y la primera escrita en tercera persona. El cambio ha introducido en su obra – asociada directamente al psicoanálisis – una estrategia distante para narrar la experiencia de una vida en el extranjero sobre la que los lugares, los nombres y las lecturas se acumulan como capas de un sentido que está por verse. Han pasado treinta años del éxito de Nanina, su primera novela, que compartió la lista de los libros más vendidos junto a Cien años de soledad y, un poco más tarde, fue víctima de la censura de Onganía. Entonces, las distancias entre las cosas y las historias eran casi imperceptibles.
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El Murciélago Magazine Freudiano Abril/Mayo 2005 |