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ENTRE EL DESEO Y EL PLACER: EL GOCE

-Pornografía - Feminismo - Literatura-

CECILIA FASANO / CENTRO DESCARTES

Jelinek (*) publica en el año 1989 la novela Lust (Deseo para el mercado hispano) y desde que la Academia sueca anunció el Premio Nóbel de Literatura 2004, la venta del libro se incrementó a tal punto que la editorial española Destino la reedita y ya se avisora una nueva edición. Lo cual nos da una idea del modo en que el contexto de la industria, el mercado editorial y los jurados, condicionan una lectura masiva o selecta de un libro.

Probablemente no por casualidad la autora escogió iniciar su novela con un epígrafe de San Juan de la Cruz. En la producción literaria del místico se destaca “el matrimonio” como uno de los tres temas dominantes (además de “la noche” y “la llama”). Precisamente en Deseo el lugar del matrimonio adquiere un lugar preponderante con la particularidad de que aparece homologado a prostitución.

Por otro lado sabemos con Lacan que San Juan de la Cruz, en tanto místico, se ubica en las fórmulas de la Sexuación del lado Mujer y tratándose de una escritora que se autodenomina feminista la elección del epígrafe adquiere un matiz diferente.

Transitar la lectura de esta novela no es una invitación tranquila, más bien presenta cierto carácter ambiguo, entre la atracción y el rechazo ante una escritura fragmentaria, discontinua, donde la acción se extravía entre metáforas que hacen un uso exquisito de la lengua.

Deseo cuenta la relación “sadomasoquista” entre un matrimonio de burgueses austríacos. Las violaciones y sometimientos del marido hacia su esposa se suceden bajo la observación atenta del propio hijo, “pequeño polimorfo”, quien en una suerte de implícito acuerdo recibirá diferentes obsequios. Del mismo modo que un vestido nuevo o un regalo diferente son entregados a Gerti, la mujer, a modo de recompensa, luego de cada vejación. De esta forma el varón se asegura la permanencia de la hembra a su lado. ¿Y la mujer? A sabiendas de la ideología de la autora, podría pensarse en el conocido lema del feminismo: “¡Tuyo es tu cuerpo!” porque la novela narra de un modo ejemplar “[...] ¿qué es un cuerpo de mujer? ¿Qué es gozar del cuerpo de uno o gozar del cuerpo del otro? Todas estas preguntas que parecen responderse con el eslogan, “¡Tuyo es tu cuerpo!”, que sostiene un fantasma de dominio cuyas consecuencias son, dice Lacan, el derecho (deseo) de hacerlo pedazos (a ese cuerpo) para el intercambio.” (1)

Gerti intentará torcer su agobiante destino, pero la historia se repite, sólo que con un hombre más joven. El relato transcurre en un ambiente en el que la violencia, el resentimiento, el sexo, el odio y la locura, juegan su partida cotidiana. Además de una reiterada apelación a los diferentes mecanismos de dominación, puestos en juego tanto en la iglesia, la religión y el matrimonio como el consumo, la pobreza y el deporte.

Karin Cervenka, agregada cultural de Austria y portavoz de la autora en España, aclara que Deseo no es una novela erótica. Aclaración que no sería necesaria si no fuera porque la autora reconoce en un reportaje, el fracaso de su novela en el intento de “articular el lenguaje femenino de lo pornográfico”. Sin adentrarnos en las diferencias entre erotismo y pornografía, de algún modo su escritura pone de manifiesto que escribir pornografía -¿siendo mujer?- no parece ser una tarea sencilla.

Deseo presenta una prosa ácida, sórdida, por lo que ha sido comparada con Historia del ojo, de George Bataille, obscena, pero no lo suficiente para ser catalogada como pornográfica. Aunque aparentemente otro de los motivos de su venta masiva, ha sido que se la (mal) consideró pornográfica.

¿Habría obtenido un premio Nóbel de literatura si hubiera logrado su “deseada” novela pornográfica? Tal vez no se trata, como ella afirma, de un fracaso, sino de un imposible estructural. Por otro lado tomando el punto de vista de Oscar Masotta y Germán García acerca de que “una característica de la literatura pornográfica es que esté mal escrita” (2) ésta, evidentemente no lo está.

Deseo no es del todo una novela pornográfica, tampoco es del todo erótica, tal vez el punto en el que efectivamente se acerca a constituirse como literatura pornográfica está en el uso del objeto “parcial” que realiza. Hay que leer esta novela para ver de qué modo la autora describe las peripecias de ese pene, órgano que por momentos pareciera que se independizara del cuerpo y tuviera vida propia.

Quizá el lugar preciso que ocupa la pornografía en Deseo está en que “La novela imita y subvierte la escritura pornográfica para denunciar y deconstruir el poder masculino” (3). Efectivamente Jelinek demuestra -nos dice K. Cervenka- “que el instrumento de dominio de la mujer es el lenguaje y no el sexo". Sin embargo ¿Qué tiene de particular el lenguaje -el que sale de la pluma o de la boca- de una mujer? Cuando en realidad sabemos, por la doctrina lacaniana, que se trata de la imposibilidad de pensar un universal femenino y tanto la posición femenina como la masculina son el resultado de la inclusión del ser hablante en el lenguaje.

Al mismo tiempo la autora considera que “lo obsceno es masculino y que ¡aún no se ha hallado el lenguaje con que las mujeres expresen su propio deseo!” ¿No subyace en esta idea cierta concepción falocéntrica? Llamativamente esta concepción fue el punto de mira de las más variadas críticas al psicoanálisis por las feministas. Entonces y a riesgo de ser reiterativos debemos insistir: el lenguaje es el lugar donde se reparten tanto las funciones de lo masculino como de lo femenino, vale decir que en este punto no hay diferencia de género.

Como son numerosas y variadas las aristas que presentan los vaivenes de las traducciones es díficil saber por ejemplo ¿por qué la traducción de Lust al castellano fue Deseo y no Goce? Desde la óptica de la doctrina lacaniana tal vez el término español que mejor titularía esta novela sería ¡Goza! tal como lo plantea Lacan en el Seminario X: “A esa orden: ¡Goza! sólo puede responder: ¡Oigo! [...] Dios nos ordena gozar y además indica la manera de hacerlo” amén de que la novela narra con un estilo descarnado que gozar de un cuerpo es “golpearlo, arruinarlo, chocarse con él, destruirlo” (4).

Aunque las comparaciones resulten odiosas varios son los puntos de encuentro entre Elfriede Jelinek y la dramaturga y narradora argentina, Griselda Gambaro. La reciente afirmación de la argentina “mi escritura es política” bien pudo haber sido pronunciada por la austríaca.

 

Notas:

(*) Novelista, poeta y dramaturga austríaca es considerada una de las autoras contemporáneas de habla alemana más importantes. Publicó sus primeros textos y poemas en Protokolle, la más importante revista austríaca de vanguardia. Sus obras, que se inscriben en la tradición lingüista de la crítica social, transitan entre la prosa, la poesía y el teatro. Ha publicado, entre otras novelas Las amantes (1975), Los excluidos (1980), La pianista (1983), llevada al cine por el director Michael Haneke en 2001.

(1) Musachi, Graciela. Mujeres en movimiento: eróticas de un siglo a otro. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2001.

(2) El psicoanálisis ante la pornografía -Mesa redonda realizada en Barcelona, en casa de Oscar Masotta, el 13/2/77. En: Conceptual N´3. Asociación de Psicoanálisis de La Plata. 2002.

(3) Revista de cultura Ñ . 16/10/04. Silvia Fehrmann .

(4) Miller, Jacques-Alain. El hueso de un análisis. Buenos Aires: Tres Haches. 1998.

 

 
El Murciélago Magazine Freudiano Abril/Mayo 2005